Radio Metal Manuj

lunes, 23 de julio de 2012

ETNIA Y RELIGIÓN

 


Miguel Ángel Dueñas Góchez*

“La perfección del sueño está en la esperanza de despertar” (pensamiento maya).

En todos los países centroamericanos y sudamericanos, al ser europeizados, se produjo una discriminación profunda hacia la persona aborigen u originaria (por ello es que no se veía un arzobispo aborigen, un ministro, un general militar, otros); es más se ha esclavizado la lengua, la religión y la cultura de nuestros pueblos originarios, por la lengua, religión y cultura de sus invasores o “conquistadores” (Reynaga, Fausto, Tesis India–Amauta, La Paz, Bolivia, 1970, p. 46).

En la etapa previa a la mal llamada conquista española, las etnias, las culturas que ocupaban los territorios de nuestros países, tenían creencias sobre el origen de la naturaleza, de los seres humanos, manteniendo –en muchos casos hasta en la actualidad– su calidad de politeístas. La forma de ordenar sus vidas se daba mediante la significancia de sus dioses como fundantes de su propio comportamiento. Su religión, entonces, tenia esa función, generaba valores desde distintas ópticas de acuerdo al grupo étnico del que se tratase.

El catolicismo, si bien es parte de la historia –y del presente– de los pueblos originarios y étnicos, ocupa una gran parte de su historia sangrienta y plagada de violencia, con una ausencia absoluta de democratización de la cultura y las creencias, aplastando de esta forma la posibilidad de creer en lo que realmente a la persona le inspire fe, orden y armonía en la vida. En otras palabras, sin ningún reconocimiento a sus derechos de libertades.

Para las etnias, la idea de un Dios todopoderoso, omnipotente, no cobra validez alguna –como para otros en cambio puede ser parte de sus vidas– por la abstracción del mismo. Para entender a estas culturas originarias un elemento importante a considerar es el basado en la naturaleza misma, puesto que es de ahí de donde surgen sus dioses, mismos que son visibles, tangibles, parte de su mundo, lo que les permite estar en contacto con ellos y verlos (Pachamama, Inti, entre otros)

Ninguna sociedad aborigen da lugar a la “negación de la vida terrenal’, mientras que el mundo cristiano niega lo mundano y promete el paraíso ultraterreno. Para las sociedades o pueblos originarios, el “goce y la felicidad” se dan en la tierra.
En cada una de ellas de forma diferente, con peculiaridades, pero el “buen vivir “debe darse en la mundanidad.

*Lic. en Relaciones Internacionales.

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